En
la antigüedad, la preparación de los más jóvenes para su futuro, estaba
estrechamente ligada con su clase social. Desde siempre y en muchas sociedades,
el joven ha sido instruido tanto en la casa como fuera de ella, con labores muy
prácticas, que pudieran servirle posteriormente en su vida de adulto, con el
principal objetivo de conseguir el aprendizaje necesario para sobrevivir en el
momento de su emancipación.
Así pues, ha sido común, a lo largo de
la historia, que los niños hayan acudido al lugar de trabajo de los padres, o
bien fuesen enviados con un instructor y que aprendieran de la observación y la
práctica de estas actividades.
Esta forma de aprendizaje ha sido la
más extendida por las clases menos privilegiadas a lo largo de la historia.
Quienes se lo podían permitir, que siempre han sido una minoría, accedían a
otro tipo de enseñanza, tales como aprender a leer, escribir, formarse en las
letras y ocupar los oficios de privilegio según cada civilización o momento de
la historia.
En cuanto a los sistemas de
agrupamiento en aulas, la distribución y organización de estas ha variado mucho
a lo largo de la historia. Dependiendo de las influencias culturales o de las
necesidades propias del lugar o de la época, nos encontramos con modelos muy
diversos.
Grupos de jóvenes formados en la cultura de la
guerra, como sucedía en Esparta, en la antigua Grecia,
También en la antigua Grecia, es
indiscutible que la cultura ateniense es más representativa de la cultura
griega clásica y de su espíritu. Observamos como la cultura del guerrero va
cediendo paso a la cultura del ciudadano, con un espíritu más cosmopolita y
abierto.
Posteriormente Roma acoge muchos
modelos provenientes de la Grecia antigua, aunque la educación va evolucionando
mucho desde el aprendizaje por repetición propio de la sociedad campesina, a
una mayor sofisticación en la época imperial.
En la edad media, la sociedad feudal y el
predominio nuevamente del campesinado, hacían que el aprendizaje por repetición
fuese también muy común. También se popularizaron los gremios.
Obviamente hemos citado solo algunos ejemplos, dentro de la
inmensa diversidad existente a lo largo de la historia. Fue a finales del s.
XVI cuando comenzó a surgir una forma de agrupar a los alumnos en clases de
cincuenta o sesenta miembros, dirigidos por uno o varios profesores, eso sí,
con una estructura homogénea y graduada. No fue hasta finales del s. XIX y
principios del s. XIX cuando se comienza a romper con esta idea y se empieza a
apostar por modelos más dinámicos en pro de un mayor crecimiento de la persona
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