Autores como S.
Cazacu (1970), piensan que el lenguaje constituye un instrumento para la comunicación
social desde los primeros momentos de la vida. Numerosos investigadores están
de acuerdo en que es en las situaciones de relación interpersonal, en las que
se dan la concurrencia de los estímulos necesarios para el desarrollo del
lenguaje, y que es, por lo tanto en dichas situaciones, en las que hay que
estudiarlo. Por tanto, es en las situaciones sociales donde se conforman las
características del lenguaje a través de la interacción de las propias
estrategias mentales, sociales y lingüísticas con las de los demás
participantes de la conversación, y de manera específica, a través de:
·
La consideración de las
características de los discursos de otros
·
La relación entre lo que se dice y lo
que no se dice
·
La relación entre los planos de
actividad lingüística y mental
·
La relación entre el lenguaje verbal y
otros lenguajes.
Al parecer, el lenguaje se desarrolla
según estados de equilibración en los que el niño elabora estructuras
gramaticales provisionales que a través de la interacción social y mediante las
influencias que en ella recibe, irá modificando hasta construir una nueva
estructura o acceder a un nuevo estado de equilibrio. Este proceso de
perfeccionamiento de la expresión tiene lugar no solo en el terreno de la morfosintaxis,
sino también en el de la semántica, con enriquecimiento de los matices
significativos de las palabras y de la adquisición de nuevos conceptos. En
resumen, la situación grupal constituye un contexto de influencias que inciden
de manera intensa en el dominio lingüístico en todas sus dimensiones.
Dentro del contexto grupal, la
influencia más intensa la recibe el niño del adulto, de las personas mayores
que con él se relacionan e incluso con otros niños que son algo mayores y se
encuentran por lo tanto en un período evolutivo y de aprendizaje superior.
Se ha investigado cómo desde los
primeros momentos de la vida las protoconversaciones madre-hijo constituyen ya
un valioso instrumento para el aprendizaje de los componente básicos de la
conversación.
La comunicación
verbal puede realizarse de dos formas:
·
Oral: a través de signos orales y
palabras habladas
·
escrita: por medio de la representación
gráfica de signos.
El lenguaje oral comienza a aprenderse
desde los primeros momentos de la vida y se utiliza de manera continua en
prácticamente todas las formas de relación interpersonal y grupal de la vida
cotidiana, por lo que llega a naturalizarse, a convertirse en una
característica eminentemente humana. La comunicación oral es un claro ejemplo
de situación en la que se ponen en práctica un considerado compendio de
actividades psicosiociolingüisticas con predominio a veces de los componentes
mentales, otras de la regulación de la relación personal y social y otras,
finalmente, de los lingüístico-expresivos. En este sentido, desde una
perspectiva pedagógico-didáctica, se estima que es necesario el desarrollo en
la persona de la capacidad de reflexión sobre su actividad comunicativa, porque
puede convertirse en el punto de partida de actividades de autocontrol y
perfeccionamiento. A esta capacidad se la suele denominar “metalingüística” para significar así su diferenciación respecto a
las actividades lingüísticas o de uso directo del lenguaje.
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